VIII Integral del Valdecebollas

Esta vez toca un poco de montaña Palentina. Una prueba muy esperada, con entrenamientos específicos para la ocasión a la vez que exigente. Kike, Antolín, Illana, Raci, Sete, Chao, César, Anero y Portela fueron los participantes de la prueba.

Buen madrugón y rumbo a Barruelo, con muchas ganas de trotar. Además, sorpresa!! Estrenamos camisetas!! Enhorabuena por el diseño. Mañana fresca. ¿Qué tiempo nos  iba a deparar el día? Pues resultó perfecto para correr, despejado y no demasiado caluroso, fuera manguitos y chalecos a los pocos minutos de empezar.

Nada más comenzar el recorrido, el primer ascenso para no quedarnos fríos. Nos esperaban 42 Km y 2.200 metros de desnivel. Afortunadamente, apenas había barro y se podía ascender cómodamente.
Tras los primeros kilómetros, nos encontrábamos cómodos, disfrutando de las sendas, y lo más importante, corriendo todos juntos en grupo. Mucha gente nos identificaba y nos animaba como un equipo.

Me sorprendió la multitud de voluntarios colaborando con la prueba, en cada cruce, en cada avituallamiento, en cada aldea…es de agradecer. Como anécdota, conocimos al hombre con zapas minimalistas de 5 dedos, qué bueno!!

Sin incidencias hasta coronar Valdecebollas. A partir de aquí comienza la segunda parte de la prueba. Pisamos la nieve con buenas caídas incluidas.  Los  kilómetros, pero sobre todo las subidas empezaban a pesar. Torceduras de tobillos por las rocas del recorrido y algún calambre fueron comunes a estas alturas de la prueba. Lo mejor fue esa raíz traicionera que hace empotrarte contra el arbusto, jajaja. Si es que ya no quedan fuerzas para levantar los pies, aunque otros iban sobraos. Había que aflojar un poco, y en algún momento abusamos del trote marranero…

Últimos 10 Km, los más duros, con una subida hasta los molinos que no acababa nunca y que algún valiente el próximo año hará la rampa corriendo. Acabamos con ratones en las zapatillas de enganchones en el camino, pero grandes sensaciones al alcanzar la cima y después finalizar la dura prueba. Dos días después, ya puedo subir escaleras.

Finalizada la prueba, te vienen los recuerdos del agua fresca para recuperar de las duchas del campo fútbol del Barruelo y comida campestre merecida.

Por último, desde aquí, doy la enhorabuena a la persona que preparó el membrillo para los avituallamientos (estaba exquisito).

Jorge Portela

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